Los modelos comunicativos y la relación texto-lector en la semiótica interpretativa:
Hasta no hace mucho tiempo (una o dos décadas) era un tópico la idea de la comunicación consistía simplemente en el paso de un contenido, el mensaje (M) desde un emisor (E) a un receptor(R).
La mayor parte de la sociología de la comunicación de masas había situado como base o no se había preocupado de modificar, incluida aquella parte que se había interesado por los procesos comunicativos (la comunicación de masa), y se fundaba en las siguientes nociones:
El contenido no experimenta prácticamente variaciones al pasar de E a R, es decir, la codificación que realiza el emisor y la descodificación del receptor son operaciones simplemente inversas, pero conformes y fundamentalmente unívocas.
El proceso del paso de sentido, la operación completa de producción de sentido, son fenómenos que se pueden separar del mismo sentido o, dicho de otro modo, medio y mensaje, sujeto y sentido, constituyen parejas de nociones en las que cada término es simplemente exterior respecto al otro.
La configuración de E y de R no se cuestiona demasiado, aparte de considerar que se trata de sujetos colectivos, manteniendo su morfología social fundamentalmente en La sombra.
En base a estas consideraciones, es fácil comprender que, a partir de una concepción semejante del modelo comunicativo, la reflexión tradicional sobre los medios y la opinión pública, por ejemplo, no se pudiese articular de otra manera que bajo el perfil de la teoría de los efectos. De ese modo se situaba en un primer plano la influencia que los mensajes de los medios – entendidos como un sistema cerrado y como un momento que se puede separar de modo abstracto del proceso comunicativo – ejercían sobre los individuos, así como a través de la mediación de grupos, tanto a corto como a largo plazo. Por lo demás, es de acuerdo con esta concepción como se ha configurado el análisis de contenido, una de las metodologías en la que la misma teoría de los efectos se ha basado con frecuencia.
Actualmente, parece que en la investigación sobre comunicación de masas se ha producido un cambio de modelo a pesar de que, como observa Wolf (1985:123), a veces se tiene la impresión de que se trata mas bien de una adquisición de hecho, es decir, respecto a los problemas que orientan la misma Comunicación de masas, que de derecho, de una plena toma de conciencia teórica de la revisión del paradigma comunicativo. Efectivamente, la aportación de la semiótica al estudio de la comunicación de masas ha constituido una reflexión profunda sobre el modelo comunicativo. Como demuestran claramente Eco y Fabbri (1978:558 y ss.), dicha reflexión paso a través de algunas frases, cada una de ellas ligada a la introducción de un determinado modelo comunicativo, entre ellas sobresalen las siguientes:(i) el modelo comunicativo de la teoría de la información, (ii) el modelo semiótico – informacional, (iii) el modelo semiótico – textual. Vamos a referirnos a este esquema para tratar del tema y ver hacia que salidas nos han concluido las actuales investigaciones semióticas.
1.1 El modelo informacional:
El modelo comunicativo que las primeras investigaciones de los medios por asumir implícitamente (desde el momento en que se negaban a reconocer la comunicación como algo pertinente) derivaba de la teoría de la información. Se trata de un modelo muy simplificado, según el que una fuente u origen de la información emite un mensaje, que se codifica mediante una señal, viaja a través de un canal, en el que puede ser molestado por un ruido; al final del canal se sitúa un aparato receptor que descodifica el mensaje y lo prepara para el destinatario.
La noción de código en cibernética también es muy diferente de su definición en semiótica. En efecto, en la cibernética el código es un sistema de organización interna de las señales, una pura sintaxis del sistema binario, que asegura el rendimiento optimo de la transmisión de señales; así se ha de entender lo que Ecco(1975:58) denomina s – código, que se coloca solo en el nivel del plano de la expresión. En semiótica, por el contrario,, un código e3s un conjunto estructurado de reglas que relaciona dos s- códigos, es decir, que combina unidades de un sistema sintáctico(los significantes) con unidades de un sistema semántico (los significados).
Para superar los límites del modelo informacional era necesario insertar con pleno derecho el problema de la significación en una posición teórica central, mostrando contemporáneamente que dinámicas se instauran al respecto entre emisor y receptor. Esto es lo que intenta hacer el modelo sucesivo, que prevé la presencia de códigos y subcódigos.
1.2 El modelo semiótico – informacional:
Lo que Ecco y Fabbri (1978:559) llaman “modelo semiótico informacional” deriva precisamente del hecho de insertar el problema de la significación en el modelo comunicativo de la teoría de la información.
La diferencia fundamental entre los dos modelos no se debe solo al hecho de que adopten una noción de código diferente, en la que se concede un amplio espacio a los factores semánticos, sino mas bien a las consecuencias que deriven del modo en el que se inserte el problema del significado. La noción central sobre la que se articula el nuevo modelo es la descodificación, entendida como algo profundamente distinto de la simple operación complementaria de la codificación: en efecto, los distintos modos mediante los que el público atribuye sentido a los mensajes recibidos pueden ser muy diferentes de la forma en la que los emisores los han codificado.
1.3 El modelo semiótico – textual:
En relación al anterior, el modelo semiótico - textual representa un nuevo planteamiento que ya no sitúa el mensaje en el centro del proceso comunicativo, sino el texto. Dicho replanteamiento no es banal, ya que implica toda una serie de consecuencias y una clara ventaja: se trata de algo que se adhiere mucho mejor que el modelo anterior a lo específico de la comunicación de los medios.
En efecto, hablar de un determinado mensaje que alcanza al destinatario sobre la base de un determinado código del emisor y que, sin embargo, se interpreta en función de los códigos de los destinatarios, no constituye un error, sino una simplificación. Como ponen de relieve Eco y Fabbri (1978:570 - 571), una consideración más adecuada de los hechos de los medios demuestra que:
Los que los destinatarios reciben no son mensajes individuales, sino conjuntos textuales.
Los instrumentos que guían la interpretación no son tanto códigos perfectamente estructurados cuanto conjunto de actividades textuales, sedimentadas en el contexto cultural; en la base o en el seno de dichas actividades se pueden reconocer códigos o sistemas gramaticales de las reglas que las han producido, a pesar de que no siempre se pueda constatar una plena toma de conciencia de dichas reglas.
Los destinatarios no reciben nunca un único mensaje, sino que reciben muchos, tanto desde un punto de vista sincrónico como diacrónico.
1.4 El modelo semiótico – enunciacional:
Desde que fue propuesto por Eco y Fabbri (1978), el modelo comunicativo semiótico – textual ha sufrido diferentes formulaciones y se ha desarrollado en distintas direcciones, de las que querríamos poner de relieve sobre todo aquellas que se han originado a partir de la importancia que ha asumido en os estudios semióticos de la teoría de la enunciación. Como resultado, se ha transformado en un nuevo modelo que podemos denominar semiótico – enunciacional.
El punto de partida se basa en la constatación evidente, pero descuidada con frecuencia, de que en el tipo de comunicación determinada por los medios no se produce nunca una relación directa “cara a cara”, como ocurre en la comunicación interpersonal cotidiana: el emisor no tiene nunca delante de si a un destinatario cuya imagen y características pueda percibir; y lo mismo le ocurre al receptor que, además, no tiene nunca la capacidad de replicar directamente (aunque tenga, como hemos visto, la posibilidad de interpretar de modo “intencionalmente” distorsionado los mensajes transmitidos). La comunicación se produce a través del texto y, por lo tanto, es en el texto donde, por una parte, se han de introducir y, por la otra, se han de localizar: (i) las imágenes o simulacros, tanto del emisor como del destinatario, (ii) el simulacro de un intercambio interaccional.
Dicho de otro modo, se puede sostener que el emisor determina la forma de sus propios mensajes, no solo pensando en los contenidos que va a transmitir, sino también realizando inferencias sobre el comportamiento interpretativo de los destinatarios; el conjunto de las propiedades que se les atribuyen de modo hipotético a estos últimos, así como sus referencias explicitas, constituyen precisamente un simulacro de destinatario, inscrito en el mismo texto.
Así pues, el nuevo modelo teórico de la comunicación no entra en conflicto con el enfoque sociológico, sino que se encuadra dentro del paradigma llamado “interaccional”, que pone el acento en la finalidad de la distinción, realiza a priori, entre hechos del sentido y hechos sociales: los fenómenos del sentido adquieren forma solo mediante su contextualización social y, a la inversa, las informaciones sobre los hechos sociales se expresan lingüísticamente, produciendo así la necesidad de analizar las categorizaciones lingüísticas que las han hecho posibles.
1.4.1 Medios y opinión pública:
Incluso la relación entre los medios y la opinión pública se ve modificada en el cuadro que acaba de delinear, ya que no se pueden articular a largo plazo las líneas de un recorrido que, a partir de la producción de los medios, intente reconstruir la fisionomía de la opinión pública – procedente de una ideología generalizada, aunque se pueda estratificar mediante muestras de representatividad social – y quizás se proponga llegar hasta las relaciones sociales a partir de dicha ideología.
1.4.2 El filtro del género:
Para poder valorar la hipótesis de un modelo comunicativo, cuyo punto de referencia interpretativo sean los textos en vez de los códigos, hay que tener en cuenta que ningún texto transmitido por la comunicación ha sido de forma definitiva en la comunicación de los mass media y, desde el momento en que todo se juega a nivel de texto – enunciado, hay que introducir al emisor y al receptor (es decir, al enunciador y al enunciatorio) bajo la forma de imágenes textuales.
Sin embargo, no es solo el enunciador el que introduce dichos simulacros en el texto, sino también el enunciatorio empírico que proyecta (o busca) en el texto los simulacros de si mismo y de quien habla; y en este sentido, el enunciatorio empírico puede encontrar en el texto una imagen adecuada (es decir, que corresponda con sus propias expectativas y su propia enciclopedia) de si mismo y de quien se dirige la comunicación, o bien puede encontrar imágenes en las que se reconoce.
1.5 La relación entre el texto y el lector en la semiótica interpretativa:
Eco (1979) elabora un modo original de tratar el problema de los simulacros textuales del enunciador y del enunciatorio a ´partir de una perspectiva de “semiótica interpretativa”, mediante las nociones del lector y de autor modelo. El lector modelo constituye una estrategia textual que simula el comportamiento interpretativo del enunciatorio; el autor modelo se presenta como el sujeto de la estrategia textual de producción de texto, como la suma de las intenciones virtualmente conectadas con el mismo texto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario